sábado, 13 de noviembre de 2010

Mi ensayo



Historias de cronopios y de famas es una obra surrealista del escritor argentino Julio Cortázar. En la obra se distinguen tres tipos de seres por sus actitudes, ellos son los cronopios que corresponden a los seres que se encuentran al margen de los sucesos descritos por él, como los poetas y los asociales, los "famas", muy distintos de los cronopios, seres importantes y formales que defienden el orden establecido (presidentes, magistrados etc.) Finalmente tenemos a los "esperanza" que son personajes intermedios que se dejan llevar tanto por cronopios como por famas. Esta obra se caracteriza esencialmente por ser escrita a base de viñetas, cuentos cortos y con un surrealismo que conlleva al desarrollo de la imaginación.

Cortázar en este libro, sobre todo en la cuarta y última parte, describe a los actores sociales de su época. La clase alta, la burguesia argentina de los años 50-60, es representada por los famas. Existe en todo esto un juego con el sentido de las palabras ya que la última parte tiene como subtítulo, "Fase mitológica". Las Famas eran seres alados que se encargaba de dispersar las malas noticias. Los cronopios, en su nombre crono- tiempo, pueden ser entendidos como la clase media argentina de esa época. Quieren imitar a los famas, pero son mediocres, quieren que sus hijos sean de sangre de fama, pero lo educan como cronopios. Eugenesia, es un cuento que revela ese aspecto. Mientras que los esperanzas representan las clases bajas de la sociedad, a la espera. Vale recordar que la esperanza es lo único que queda dentro de la caja cuando escapan de ella los males en el mito de pandora. Pero lo que es un mal es la espera, su apatismo. Mientras los famas bailan Tregua Tregua los cronopios y los esperanzas bailan ESPERA, que es el baile de ellos, y se enojan mucho por las raras costumbres de los famas.

CRONOPIOS, FAMAS Y ESPERANZAS, MÁS ALLÁ DE UN PENSAMIENTO MÍTICO.

En el siguiente trabajo quiero presentar un breve esbozo, de la historia de cronopios y famas escrita por Julio Cortázar, este libro parece representar un mundo, uno muy singular; en él introduciré al lector en pequeñas analogías entre humanos y seres de otra “raza”. los cronopios representan la rebeldía y la oposición a la formalidad, los famas en contra parte, son los típicos empresarios y gobernantes poseedores del poder. Las esperanzas se mantienen en el limbo del término medio. Son estos tres perfiles que presenta la obra a lo largo de su contenido. Veremos pues al final de todo, con qué personaje se puede identificar cada uno.

Las Historias de Cronopios y Famas están creadas en un incidente corriente que experimenta un giro fantástico, lento y seguro acompañado de cierto humor irónico y de situaciones absurdas, pues el componente lírico también es básico en la obra de Cortázar. Estos juegos no son siempre divertidos y a veces tienen efectos trágicos en los personajes.

Quiero darle inicio a este peculiar pero fantástico mundo de personajes, empezaré entonces por hablarles de ciertas y breves características de su físico que hasta el momento sólo ha sido hecha por Cortázar, pero solamente ha mencionado que son "objetos verdes y húmedos"; imposible es saber qué sienten ellos respecto a esto:
Lo de "verde" es muy cierto, pero de hecho hay que fijar la retina y ajustar los párpados de frente para percibir tal afirmación. Lo de "húmedos" se proyecta visible sólo cuando la temperatura supera los treinta y siete grados centígrados, pues los Cronopios se evidencian en un sudor extremo dado su ochenta por ciento de agua corporal; es como si rebasaran el borde del vaso que los contiene. Lo de "objetos" podría sonar peyorativo siempre y cuando no se note en demasía la rigidez con la que se desplazan.

Sobre sus cabellos no hay nada espectacular que mencionar, salvo su espesor grasiento y su extraña caída. Sus omnipresentes pero nimios ojos marrones no le prestan singularidad, aunque sus dedos de pianista asombran por su inmadurez motriz que no les permite ni siquiera presionar rápidamente los dígitos de un aparato telefónico.

Descripción íntima

Es preciso mencionar que ésta sea quizás la diferenciación más evidente y crucial de los Cronopios con los seres humanos. Pueden pasar desapercibidos por entre la gente en una vereda muy caminada, pueden incluso no notarse en la fila del banco, pero sin lugar a dudas serán visibles en el cine, durante una película de terror, cuando se oigan los sonidos tétricos de su asustadiza esencia.
Se dice también que serán evidentes en la farmacia al momento de pagar los medicamentos, y a los vecinos a altas horas de la noche por sus quejidos guturales cuando duermen. Se dice que serán de notar cuando caminan cansados en la calle porque van adosándose a la tierra como queriendo dormir, y que serán identificables cuando los veas leyendo cualquier artículo, diario, libro o revista en voz alta o quizás susurrando en voz baja.

Descripción Final
Cabe destacar que la morfología general de los Cronopios corresponde en una manera muy trivial a la de los humanos, y que precisamente el aliciente más terrorífico sea su parecido al resto de las personas. Por miles de años, la mitología los ha mantenido a bajo perfil porque ha visto que la sociedad aún no está dispuesta a sentirse como parte de ella.
Pero a los Cronopios no parece perturbarles el hecho de seguir siendo como gárgolas, pero anexados a la sociedad de hoy. Una raza fantástica pero que aparentemente se esconde en la misma humanidad.
Fuera de esa breve descripción están las demás: sus orejas prácticamente normales pecan por pequeñas, sus orificios nasales humanoides están casi replegados sobre sí mismos y la delicadeza del espesor de sus pestañas que asombraría a cualquier director de cine.

Al igual que los Cronopios, los Famas quedaron en la entrada del escenario principal. Pero a diferencia de aquéllos, los cuales gozan de algunos textos de respaldo que los describen, los Famas han debido sobrevivir sin más que unas cuantas leyendas urbanas, repetidas en voz baja y a un escaso peldaño de su extinción. Si nadie recuerda esta especie, quizás hasta nunca haya existido.
Los datos sobre el físico de los Famas son borrosos, existen fuentes de buen sustento para centrar el asunto en el esotérico rostro de esta especie, que abunda en detalles minuciosos y excéntricos.
Es vital para la correcta descripción de estos seres, el detalle de sus cabellos. En realidad forman algo así como una corona de santidad o un aura de electromagnetismo, que es fácil de distinguir. Sucede que la cabellera de los Famas, además de ser abultada e identificable, es invisible. La composición genética de sus folículos pilosos, se dice, está configurada en un rango no visible al ojo humano, a pesar de ser notable en su esencia.



Como una lupa para aquellas acciones simples y cotidianas que nos presenta la vida, llena de aventuras que desafían lo normal, aparece una mirada poética, imaginaria y creadora, dando vida a unos exóticos personajes, que ni siquiera él mismo autor encuentra una manera exacta de definirlos; Julio Cortázar recurre a un enfoque dinámico que puede adoptar la sociedad para enfrentar las miserias de la rutina y del sentido común, al representar casos de la vida, problemas y soluciones en estos seres llenos de magia y color.

Desde esa entrañable imaginación humana encontramos el estilo de vida de unos pequeños seres imaginarios: las famas, los cronopios y las esperanzas, cómo actúan frente a cada situación que se les presenta, y cómo cada una de estas nos exhibe lo bueno o lo malo de cada personaje, evidenciando así el efecto que causa en los demás.

Los cronopios y famas en esta historia se parecen mucho a los seres humanos, aunque en realidad se acompañan del humor, la fantasía y el amor, que funcionan como instrumentos para liberarse de las costumbres oxidadas y de las regla pragmáticas.
Los cronopios, famas y esperanzas son seres cómicos e imaginarios que esconden aspectos miserables en su interior. En el libro es evidente la miseria de los cronopios aunque viven la vida con intensidad y están conscientes de su suerte, por buena o mala que ésta sea. Los famas son meticulosos, perfeccionistas y muchas veces fríos en cuanto a sentimientos, dejan a un lado las cosas que realmente pueden hacerlos feliz. Las esperanzas son sedentarias, como estatuas, son muestra de la indiferencia, son los seres que ni sufren ni se acongojan, son del tipo de personas que esperan sentados a que todo les llegue, los mediocres.

Los famas mandan sus recuerdos a viajar mientras que los cronopios los dejan sueltos en sus casas para verlos pasar y saludarlos una y otra vez. Por eso es que los cronopios viven siempre llenos de ruido y algarabía. Las casas de los famas, por el contrario, son silenciosas y sumamente ordenadas debido a la ausencia de sus recuerdos.

Es curioso mencionar cómo cada persona al igual que los cronopios y famas tenemos formas diferentes de guardar nuestros recuerdos, ¿no lo creen?, pero no sólo de guardarlos, también de apegarnos a ellos, tanto, que nos duele admitir que pasaron y seguimos con la esperanza de verlos llegar de nuevo. Sin embargo hay otros que definitivamente ni nos molestamos en desempolvarlos, porque al hacerlo se revive aquel momento.

Los recuerdos son el pasado, realidad plasmada, incluso lo que en el tiempo nos define, es lo que somos.
A las esperanzas les encanta tener mascotas, cada vez que tienen la oportunidad compran una, o si se las regalan las aceptan con mucho gusto. Pero después van perdiendo interés en ellas y no porque ya no las quieran si no porque ya no les dedican el mismo tiempo que al principio, se aburren de que los cuidados se vuelvan una rutina.

Es muy probable que nos cansemos de hacer siempre lo mismo, en el mismo escenario y con el mismo público, pero es aún más vergonzoso adquirir una responsabilidad y no tener la valentía de hacerla cada día diferente u optar por desecharla antes de adquirirla.
A veces las esperanzas se sienten tan personas que necesitan una brújula para orientarse y se compran una mascota para enfocarse en algo y encontrarle un poco mas de sentido a las cosas en vez de sólo pensar en ponerse un revólver en la cabeza y disparar.

Caso no tan diferente como el de los cronopios que no les agrada mucho tener hijos, porque lo primero que van a hacer estos es insultar groseramente a su padre, en quien tenebrosamente ven la acumulación de infortunios que un día serán los suyos. Así mismo ocurre con los humanos, no queremos tener hijos por temor a lo que podamos crear de ellos, ya que generalmente salen demasiado parecidos a los cuervos… ¿o a nosotros mismos?

Claro que si los tienen, son más que el firmamento para ellos, son magia, son orgullo. Apenas ven a sus hijos se inclinan ante ellos y le dicen palabras de respetuoso homenaje, a tal punto que para los pequeños cronopios es una vergüenza, porque sus amigos famas y esperanzas no vacilan en burlarse. ¡Ah!, pero eso sí, no sin antes esperar con ansia el momento oportuno para echarle una mala jugada a su padre por el achante que le hizo pasar.

Pero es precisamente cuando crecen los cronopios, que “cantan sus canciones preferidas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevan en los bolsillos y hasta la cuenta de los días”.
Con toda seguridad los hemos visto, con ese efecto relajador que produce en ellos al tomar varias copas, relacionándolo con algo divertido y elegante, el “alegra el corazón del hombre” idealizándolo para conseguir amistades alegres y darse “la buena vida” o tal vez un elemento tan imprescindible que le da emoción a la misma vida. Esa bebida con la cual no se miden los peligros y las consecuencias—incluso la estupidez—de embriagarse.

Incluso, “Filantropía”, que se aparece como una alegoría de la clase alta, trata sobre una hipótesis viva de los famas. Un gesto, según Cortázar, de gran generosidad. Se refiere a que los famas se encargan de las esperanzas heridas que se han caído de un cocotero, hasta que estén curadas y vuelvan a subirse y caerse del cocotero. Ayudar a las esperanzas, en estas circunstancias, es una certeza viva de los famas. Al mismo tiempo, es una realidad de los cronopios, que son más egoístas. Mientras los famas están dispuestos a ayudar —dispuestos a la filantropía—, los cronopios no lo están.

¿A qué se debe eso? Eso de estar dispuestos a ayudar y no… ¿a la capacidad monetaria, a la generosidad… o simplemente a el momento de efusividad que te impulsa a hacerlo? Tal vez todo dependa de si eres un fama o un Cronopio.
Por otro lado, un gran ejemplo de las jergas o comunicación con un significado singular que han creado las personas y que se ve reflejado en un grupo social determinado, especialmente en las clases más bajas, nos lo muestra el libro en un juego del lenguaje, que nosotros no conocemos, pero que sí es entendido por los cronopios y también por los famas. Citando la parte “Costumbres de los famas” donde al estar lastimado un fama, los cronopios lo compadecen diciendo: “Cronopio, Cronopio, Cronopio” se evidencia el lenguaje que emplean para significar lo que se están comunicando ya que el relato finaliza así: “Y el fama comprendía, y su soledad era menos amarga”.

Otro ejemplo en el cuento “Historia” que se consume en un solo párrafo: “Un Cronopio pequeñito buscaba la llave de la puerta de calle en la mesa de la luz, la mesa de luz en el dormitorio, el dormitorio en la casa, la casa en la calle. Aquí se detenía el Cronopio, pues para salir a la calle precisaba la llave de la puerta”. Aquí Cortázar juega con el principio de coherencia, en otras palabras con la consistencia lógica, otra manera de jugar con el lenguaje y por qué no, con la imaginación del lector.

Y que tal lo que aparece en el último relato del libro, llamado “Sus historias naturales”, donde se muestra a un Cronopio andando por el desierto, y encontrándose con un león. Este animal, en seguida, le dice que se lo va a comer. Y al parecer es posible que se lo coma. El Cronopio, “afligido pero con dignidad”, no se resiste a su destino. El león, extrañado ante la pusilanimidad del Cronopio, dice: “Ah, eso no. Nada de mártires conmigo. Échate a llorar, o lucha, una de dos. Así no te puedo comer”. Es posible que el león se coma al Cronopio, pero ¿es posible que se lo coma si ofrece resistencia?, Ya estaríamos los humanos pidiendo encontrarnos con un león de esos.

Mostrando un poco la realidad y permitiéndonos ver las grandes diferencias no sólo de los personajes de la historia, sino de los grandes comediantes del mundo: Los humanos, hallamos un ejemplo gracioso y lleno de ese humor surrealista en donde una esperanza se hizo una casa y le puso una baldosa que decía: “Bienvenidos los que llegan a este hogar”, mientras que un fama se hizo también una casa, pero no le puso muchas baldosas. Y por último un astuto cronopio se hizo una casa, pero esta vez siguiendo la costumbre puso en el pórtico unas baldosas que hizo fabricar. Las baldosas estaban ubicadas de manera que se las pudiera leer en orden: “Bienvenidos los que llegan a este hogar”, “La casa es chica, pero el corazón es grande”, “La presencia del huésped es suave como el césped”, “Somos pobres de verdad, pero no de voluntad”. Y por ultimo” Este cartel anula todos los anteriores. Rajá, perro”.
El hombre, por medio de estos personajes, es expuesto como ser auto-gestionable, sin dejar de ser sensible a la condición del otro y a otros aspectos a los que se ha encargado de darle tanta trascendencia como el tiempo y espacio, la existencia, la esencia de las cosas, exponen el serio problema de la estabilidad, de la permanencia, de la propiedad de las cosas, del dolor que produce sentir, que lo que nombra no se parece a lo nombrado... Estos personajes tienen sufrimientos, para nada ingenuos, pero si tan sutiles y sublimes como su naturaleza.

Dicho de otro modo, la existencia de los cronopios, los famas y las esperanzas, parece sustituir la humana, tienen conductas y actividades de la misma naturaleza, se diferencian y se complementan. Tal vez ese buscar sin mirar con un fuerte toque de magia nos invite a preguntarnos qué somos: un Cronopio, un fama o una esperanza.

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